¿Quién no ha confesado alguna vez un secreto ante una taza de café? Parece cosa de magia. Ante el café caliente y el sonido de la cucharilla removiendo la taza, parece más fácil hablar mientras se mira a los ojos.
Las conversaciones a veces son profundas y otras son banales. A veces, llevamos sin ver años a nuestros acompañantes, y sin embargo las palabras surgen con suavidad y sin apenas esfuerzo.
En otras ocasiones, las promesas se desvanecen con el último trago, y tras abandonar ese Café, cada uno toma un rumbo.
Pero no cabe duda, que en ese mágico instante, que puede durar tal vez diez minutos, o dos horas, una cafetería cualquiera ha sido testigo de palabras cómplices, de sonrisas, de reencuentros...
2 comentarios:
ya lo siento, pero en mi caso es te o chocolate. espero q valga tambien
También vale. El caso es compartir confidencias en algún rinconcito perdido, con una taza de lo que sea.
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