miércoles, 3 de diciembre de 2008

La tumba del pintor



La noche cerraba sobre el perfil de Toledo. La luna se ocultaba tras oscuros nubarrones.

Él, como un Merlín encantado, estaba allí, junto a la mezquita del Cristo de la Luz. Sus ojos brillaban como ascuas. Me extendió su mano fría y la apreté con fuerza.

- Busco la tumba de un pintor que vino hace muchos años de Grecia –me dijo.

Le señalé la cuesta. Él avanzó con pasos lentos y, antes de perderse en la oscuridad, pude apreciar el fulgor de su mirada...

Segundos después, una tenue lluvia me devolvía a la realidad, y quise seguir al extraño... cuya visión se extinguía ante mis ojos. Culpé a mi asustadiza mente, aferrada en revivir antiguas leyendas y anhelé despertar en Zocodover con su habitual bullicio.

Pero esa noche, Toledo era un laberinto plagado de sombras.

Al amanecer, una poderosa fuerza me condujo a Santo Tomé, ante el sobrecogedor entierro.

Entonces, la figura del niño, hijo del propio artista, clavó sus ojos en mí y reconocí el resplandor de esa mirada.


1 comentario:

Angie dijo...

Ese cuadro de Toledo lo he visto en el MET de Nueva York! y muchos más de El Greco,
aprovecho para desearte feliz navidad!!
besos :)